La receta de mousse de chocolate que te hará la boca agua

¡Alerta de tentación! Imaginaos sumergiéndoos en la suavidad de las nubes, pero de chocolate. Esa sensación de plenitud y felicidad es lo que os espera con esta mousse de chocolate que os va a volver locas.

Confesión: la otra noche, sola en casa, la nostalgia me invadió y sólo el chocolate podía salvarme. ¡Y vaya si lo hizo! Con esta receta que os traigo, tan sencilla que triunfaréis seguro, me olvidé del mundo. Y vosotras también lo haréis, ¡palabra de chocolatera!

¡Dadle una oportunidad y dejad que vuestro paladar baile de alegría! Y recordad, es tan fácil que casi se hace sola; solo necesitáis seguir los pasos y ¡voilà! MOUSSE DE CHOCOLATE ESPECTACULAR en vuestras manos.

La receta de mousse de chocolate que te hará la boca agua

¡Ingredientes que son pura magia!

¡Madre mía! ¿Acaso no os palpita el corazón más rápido cuando os hablo de los ingredientes para la mousse de chocolate más celestial del mundo? ¡Si es que parece una fiesta en la despensa! Vamos a desgranar uno a uno estos tesoros, que son el pasaporte directo al paraíso del cacao.

  • 200g de chocolate negro: No es un chocolate cualquiera, no. Es ese que al partirlo suena como una melodía y huele a sueños cumplidos.
  • 3 huevos de gallinas felices: Tan grandes y amarillos que parecen soles en miniatura listos para iluminar nuestra mousse.
  • 50g de azúcar: El alma de la fiesta, ese toque dulzón que nos hace guiñar un ojo al probarlo.
  • 200ml de nata líquida: ¿Habéis visto cómo se transforma en esa espuma celestial al batirla? Es como magia potagia en la cocina.
  • Una pizca de sal: El secretillo para que todo lo demás destaque, ¡shh, no se lo digáis a nadie!

Y aquí entre nosotros, que no salga de esta cocina, pero cada vez que hago esta receta me siento como una niña pequeña robando chocolate del bote de las galletas. ¿Os pasa? ¿O soy la única que termina con más chocolate en la boca que en la mousse? ¡Contadme vuestros 'pecadillos' reposteros!

¡Manos a la obra con la mousse!

El chocolate, ese placer culpable

Paso 1: ¡Vamos allá! Trocea ese chocolate como si desmenuzaras las preocupaciones del día y derrítelo con mimo. ¿Al baño María o en el microondas? Tú eliges, ¡pero que no se te queme! ¿Sabes? Una vez casi convierto mi cocina en un campo de cenizas... ¡un desastre!

Nata montada, ¡qué maravilla!

Paso 2: Monta la nata hasta que se ponga firme, como esos días en los que te sientes invencible. Y luego, ¡a la nevera! Siempre me asombra cómo algo tan líquido se puede transformar en una nube perfecta.

Las yemas, ¿no son pura magia?

Paso 3: Separa las yemas de las claras, como quien separa dos amantes destinados a encontrarse más tarde. Bate las yemas con azúcar hasta que se iluminen y te cuenten secretos de sabor.

Las claras, ¡a punto de nieve y no de tormenta!

Paso 4: Ahora, monta las claras con una pizca de sal. ¡Que no se te caiga la salera! Añade el azúcar y bate hasta que brille como una mañana de invierno.

Un baile de ingredientes

Paso 5: Mezcla el chocolate con las yemas en un vals lento y luego invita a la nata a unirse en una danza suave. ¿Que no se te da bien bailar? No importa, en la cocina todos llevamos el ritmo en la cuchara.

Paso 6: Y con las claras, ¡oh delicadeza! Mezcla con la ternura de un abrazo hasta que todo sea uno. Aquí no hay lugar para la prisa, ¿vale?

La dulce espera

Paso 7: Reparte la mezcla en copas y al frigorífico. Tres horas de espera, sí, pero ¿acaso no es esperar parte del placer? Imagina ese primer bocado... ¡Ay, que se me hace la boca agua!

Tips y recomendaciones

¡Madre mía! ¿Sabías que el secreto de una mousse que te haga cerrar los ojos de placer es el chocolate? Pero no uno del montón... No, no, no. Uno con un 70% de cacao, ¡como mínimo! Es que, claro, así consigues ese sabor que te lleva al séptimo cielo, ¿entiendes?

Y lo de la nata, que no se te olvide: tan fría que casi te pida bufanda. Es que si no, no hay manera de que monte, ¡y eso es sagrado! Te lo digo yo, que una vez lo intenté con nata templada y acabé más agitada que la nata... ¡Un desastre total!

Y oye, que a veces uno no se puede resistir a innovar, ¿verdad? Pues dale rienda suelta a la creatividad y añade un chorrito de licor de naranja o café. Es como cuando le pones un poco de rock'n'roll a un domingo por la tarde aburrido, ¡le da otro rollo!

Ah, y un truquito entre tú y yo: ponle tu sello personal al final. Unas virutillas de chocolate, un toquecito de ralladura de naranja... ¡Sorprende! Porque al final, hacer mousse es como pintar un cuadro. Y tú, ¿qué me dices?, ¿eres más de Van Gogh o de Dalí en la cocina?

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